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Metodología, fake news, desinformación e información engañosa

En el último tramo de las Elecciones Generales 2021 en Perú, uno de los temas más hablados fue el community manager de la ONPE (Oficina Nacional de Procesos Electorales), quien se llegó a convertir tendencia en Twitter y portales como Aweita le llegaron a dedicar notas. ¿La razón? La opinión pública coincidió en su mayoría que este profesional había hecho un buen trabajo desmintiendo las noticias falsas sobre los comicios.

Aun así, lo cierto es que este no fue el trabajo de una sola persona, sino de un equipo, y que detrás hubo bastante organización y un esquema con las pautas a seguir para cumplir el objetivo de salvaguardar la credibilidad e integridad de todo el proceso electoral. Es el mismo esquema que te presentamos a continuación.

Para empezar, y como señalamos al principio, no se trata de uno, sino de varios especialistas en dar respuesta a estos contenidos, quienes a su vez coordinan con el especialista en Estrategia de Contenidos Digitales y/o la subgerenta de Información y Comunicación Electoral de la ONPE.

Son tres niveles de jerarquía que, juntos, conforman el equipo de respuesta ante fenómenos desinformativos de la ONPE, que al mismo tiempo es parte del equipo digital del mismo ente electoral, en el cual también participan especialista en Social Media, diseñadores gráficos, infografistas, editores, animadores de videos y hasta tiktokers.

En lo que se refiere a aclaraciones de noticias falsas y desinformación, el trabajo de todos estos profesionales parte desde este núcleo, quienes hacen un monitoreo constante de las redes sociales, gracias a un software especial, en busca de publicaciones con las que se intente desacreditar el proceso electoral.

Una vez detectado un contenido de esta naturaleza, los mismos especialistas en fenómenos desinformativos lo evalúan, tomando en cuenta sus características (si es una noticia falsa, desinformación o información engañosa) y también su posible impacto, es decir, a cuántas personas podría llegar.

Con esa data a la mano, se reporta el caso al resto del equipo, en especial al especialista en Estrategia de Contenidos Digitales y la subgerenta de Información y Comunicación Electoral. En especial estos dos últimos deliberan si amerita publicar una aclaración y, si es así, cómo hacerlo.

En ocasiones, esto supondría elevar el reporte a otras gerencias dentro de la ONPE o, incluso, a otras entidades que podrían verse comprometidas con la desinformación detectada, como el Jurado Nacional de Elecciones (JNE) y el Reniec (Registro Nacional de Identificación y Estado Civil).

Teniendo el visto bueno para responder, estos especialistas recaban la información necesaria con ese objetivo y la presentan de forma clara y directa, de modo que todos los ciudadanos puedan entenderla, en el formato que consideren más efectivo.

Puede tratarse de un texto para Twitter, una o varias imágenes que irán también en otras redes sociales como Facebook e Instagram, y hasta en un video que puede compartirse en YouTube o TikTok. Es en esta parte donde los otros profesionales mencionados, como diseñadores gráficos y animadores de video, se involucran en el proceso de aclaración.

Cuando la respuesta ya está elaborada, esta recibe un último feedback por parte del especialista en Estrategia de Contenidos Digitales y la subgerenta de Información y Comunicación Electoral, y entonces es publicada.

Para terminar, la publicación es registrada en una base de datos similar a la que se elaboró para las Elecciones Generales 2021, en que se aprecia la cantidad de casos que se respondieron, en qué redes sociales aparecieron, cuál era el carácter informativo de cada uno de ellos y más.

Fake News, desinformación e información engañosa

La expresión fake news (noticias falsas, en español) ya forma parte del argot popular; su uso trascendió a los textos y debates académicos, el periodismo lo adoptó entre sus temas más recurrentes y ahora, en las redes sociales, es común encontrarlo en airadas conversaciones, cuando la autenticidad de una información o un hecho es puesta en tela de juicio. 

No por nada, en el 2017, el Diccionario de Oxford eligió a “fake news” como la palabra del año. Su importancia es indiscutible y podría parecer que hay un mayoritario entendimiento del tema, pero lo cierto es que esta es solo la punta del iceberg, la cara más visible de un fenómeno mucho más complejo. 

El nombre más apropiado para referirse a este es “desorden de información” y, según la UNESCO, “cubre la sátira y la parodia, los titulares diseñados como cebos para ganar clics (o clickbait headlines), y el uso engañoso de subtítulos, recursos visuales o estadísticas”. 

Del mismo modo, continúa el organismo internacional, aquí también se encuentran “el contenido genuino que se comparte fuera de contexto, el contenido impostor (cuando el nombre de un periodista o el logotipo de una sala de redacción es utilizado por personas sin conexión a estos), y el contenido manipulado y fabricado”.  

Por su parte, el filósofo y sociólogo Miguel del Fresno García se refirió a tres tipo de “desórdenes informativos”, que son las expresiones más recurrentes del fenómeno antes descritos. Estas son la información engañosa o errónea, la desinformación y las Fake News.  

Información engañosa o errónea

Es lo que se conoce como misinformation en inglés y se caracteriza por que, como información que describe la realidad, está incompleta o es inexacta. Puede partir de un hecho real, pero es sacado de contexto o malinterpretado.  

Por eso mismo, su existencia no se debe necesariamente a una intención de faltar a la verdad, sino al desconocimiento de un tema o a una conclusión apresurada.​ 

Desinformación

diferencia del caso anterior, aquí sí estamos ante una mentira intencional. Alonso Estrada Cuzcano, bibliotecólogo y especialista en ciencias de la información de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, recalca que se trata de un contenido mucho más elaborado que “busca tergiversar un hecho y presentarlo como veraz”.  

Estrada Cuzcano lo define como “un conjunto de engaños sistemáticos y organizados en un contexto en donde los medios de comunicación se hallan muy desarrollados”, y destaca como ejemplos de ello a las teorías de la conspiración y las falsas llamadas de alarma.​ 

Fake news

Son las noticias falsas propiamente dichas, contenido pseudoperiodístico difundido a través de portales de noticias, prensa escrita, radio, televisión y redes sociales, y por esa misma razón tienen un mayor impacto de cara al público, que de esta manera es más proclive a creer en la mentira.  

Como en el caso de la desinformación, nace de una intención deliberada de engañar, inducir a error, manipular decisiones personales, desprestigiar o enaltecer a un tercero.​ 

Posverdad

Cualquiera sea el tipo de desorden informativo, este posee, de forma subyacente, un ingrediente que explica su éxito a la hora de manipular la percepción de las personas y asentarse en sus convicciones. Hablamos de la posverdad.   

Así como “fake news” fue la palabra del año para el Diccionario de Oxford en el 2017, “posverdad” ocupó ese mismo puesto en el 2016. Con este término, precisaron, se “denota circunstancias en que los hechos objetivos son menos influyentes en la formación de la opinión pública que las apelaciones a la emoción y la creencia personal”. 

Desde los sesgos cognitivos propios de cada persona hasta la crisis de los medios de comunicación tradicionales, pasando por el cada vez más arraigado uso de las redes sociales, hay un sinfín de razones por las que somos más propensos a dejar de lado la información oficial y tomar por cierto lo dicho por terceros sin ninguna clase de filtro.  

Por esa razón, la verificación de datos no puede ser un complemento de la información relevante, sino lo más importante.

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